Tal vez porque me he pasado buena parte de mi vida mirando al suelo, me encantan las piedras: sus formas, los colores; las flores: las campestres y las colocadas de cierta manera en un jardín; el musgo; los bichejos que corretean por el suelo, y sobretodo porque soy capaz de tropezar en una raya dibujada con tiza en el suelo, tal vez por eso nunca me he fijado demasiado en el cielo, pero hay una persona muy cercana a mi que me ha enseñado a volver a ver el cielo como cuando tenia su edad, tal vez una edad llena de romanticismo que en algún momento se perdió por el camino.
Pero poco a poco llega la primavera, y esa luz es la que hace que ella, me muestre lo que hay arriba, en el cielo.
Vaya descubrimiento!